No todo el de caballo entra al templo, nada más ciertas peregrinaciones debido a tanta gente de a pie, nosotros entorpecemos mucho a los de a pie, pero mientras estén entrando los de a pie nosotros los debemos de proteger, tapamos callecitas, unas y otras como desde ciento cincuenta metros, tapando las bajadas a lo largo de cinco calles; en cada bocacalle pongo hasta nueve, o cuatro o cinco jinetes según el ancho de la bocacalle y todo para que no entre el raterismo, esos carteristas son los que entran y fastidian mucho al peregrino de a pie.
Los peregrinos no entran al atrio en caballo, deben formarse afuera y entrar en grupos pequeños; si es un grupo de veinte, diez hacen la visita, regresan, entran los otros diez. Si traen taco se ponen a calentar y se preparan para el regreso, su jefe de grupo les advierte, si se van a ir a echar una cerveza: "Los quiero a tal hora aquí para la vuelta".
También viene la peregrinación del lado de Jalisco, de ese rumbo entra mucha tropa también, para llegar a terreros el día 10. Hacia las doce del día entramos nosotros al templo y somos los últimos que entramos a caballo (a los patios, no al interior del templo).
El año pasado fueron, según el reporte, setenta y un mil setecientos cincuenta y algo, de pura tropa; de infantería se considera que son más de doscientos mil contando los visitantes y las peregrinaciones que llegan de a pie.
Es muchísima la cantidad de gente que va allá son unos veinticinco o treinta tantos de la gente que viene a la Fiesta de los Remedios. La caballería se extiende mucho, muchísimo y los carros no se diga; en ocasiones, cuando hemos llegado a allá en domingo, hay tantísimos carros que la gente, sin saber, toma el camión en Terreros a la una de la tarde, a las siete de la noche apenas está tocando carretera y esa distancia son tres y medio kilómetro. Así se pone de feo.
El regreso es en un solo día, a caballo también. La gran mayoría. Los que van más lejos sí hacen una escala, por ejemplo los de Mompaní se quedan aquí en Comonfort y al día siguiente llegan a su pueblo.
Todo lo que es Querétaro, Jurica, manejan Torton, y los que tienen traila llevan sus trailas. Los de Jurica son sesenta y todos se regresan en Torton.
En cuanto a los de a pie, Querétaro y San Juan del Río salen el día 7 para estar allá el día 10, de Comonfort salen el día 8 y se quedan en San José de los Allendes, pero un día antes de la caballería.
Todos los de a pie se regresan en camión o en su carro si los van a esperar.
Hoy en día muchos lo siguen tomando como una devoción, pero muchos lo toman como unos días de recreo. Van porque les gusta andar a caballo. No está específicamente prohibido el alcohol, pero la obligación es que cada celador tenga que ver por sus peregrinos. Se les habla, se les explica, se les recomienda, pero el que la riega mucho es el que va libre y se quieren alinear, precisamente porque van ellos en otra cosa, porque parte de los problemas se deben a que muchas gentes van libres, es decir no están afiliados, no llevan distintivo, pero llegan a todas las quedadas de nosotros, buscando el amparo y la protección para sus caballos; no los puede uno correr, aunque no estén afiliados a la peregrinación, no es dueño uno de decirles "Aquí no cabes"; todos vamos a lo mismo y vamos al mismo lugar. Pero si ellos no quieren agarrar la línea y aceptar las disposiciones de seguridad no hay mucho modo de cuidarlos.
Las mujeres suelen ir más en infantería, aunque de un ranchito que se llama San Miguel, cerca de Jurica, son como doscientos caballos y vienen como sesenta mujeres. Hasta hace unos veinticinco años eran puros varones. Un día vinieron conmigo y me pidieron permiso, me explicaron que había unas muchachas que debían una manda a caballo a Terreros y que ya tenían tres años sin cumplirla porque no había permiso. Yo les dije: "Si estas mujeres deben una manda tráiganselas, no hay inconveniente, si el cabalgador puede ir y venir, adelante". Y me dijeron: "Huy, de haber sabido, pensábamos que no". Participan, en caballería las mujeres que quieran participar, pero la verdad es que son muy, muy pocas